Y que dan respuestas. Que muestran lo acertado, enseñan y esconden lo erróneo. Que emocionan, estremecen, recuerdan y marcan pautas. Son versos que salvan.
Un calendario y un reloj de arena.
Una hebra de fatiga en la memoria.
Un leve alivio y una terca noria
que ofrece pena, pero vierte pena.
Ahí está la maldad de esta cadena:
que no es perpetua, sino transitoria.
El dolor era monumento y gloria
y un infierno de pausas lo gangrena.
El pasmo de un amor que se termina
deja al menos señal de su ruina:
sufrir es la ganancia en lo perdido
Pero cómo tragarnos esta afrenta,
este final innoble que nos tienta
con la copiosa mano del olvido!
de Félix Grande
martes, 29 de abril de 2008
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