martes, 11 de noviembre de 2008

En los libros de cocina

DUMPLINGS Y FIDEOS EN LA ANTIGUA CHINA

Harina cernida dos veces,
nieve voladora de polvo blanco, 
en una masa estirable y pegajosa,
amasada con agua o caldo, se vuelve brillante.
...
Después se pone agua a hervir sobre el fuego,
esperando a que suba el vapor,
nos estiramos las ropas, nos subimos las mangas,
y amasamos, y damos forma, y alisamos, y estiramos.
Por fin, la masa se despega de nuestros dedos,
bajo la palma se alisa perfectamente en todas direcciones,
y sin una pausa en la prisa y el apresuramiento,
las estrellas se separan y cae el granizo.
En el cesto, nada de rellenos que chorreen.
En el bing, ni rastro de masa de más.
Perfectamente alineada, de gran belleza,
sin fisuras, las masa es correcta y fina.
Se hincha de modo que uno puedo adivinar el relleno,
suave como la seda sin torcer en primavera,
blanca como la seda en otoño, cocida justo a tiempo.

SHU XI, "Oda al bing", ca. 300
(según la versión inglesa de Anthony Shugaar)

Lo he leído en este maravilloso libro que, dicho sea de paso, no me explica qué coño es un bing. ¿Acaso lo saben ustedes?

1 comentario:

2 Gatos con Botas dijo...

Uhmmm!!! Eso suena deliciosamente delicioso!!!